A pesar de la rapidez con la que ha avanzado nuestra sociedad en materia de salud mental en poco más de cien años, seguimos tratando el tema de las enfermedades mentales con un cuidado y secretismo que resulta chocante. Algunos trastornos como la ansiedad o la depresión han ido tomando forma en la mente de las personas como algo de lo que hay que preocuparse, pero aún así solemos tratar estos temas con mucho cuidado y casi secretismo. No queremos que nos tachen de "locos". Esto crea un ambiente en el que es muy difícil informarse adecuadamente; nos da miedo ir al médico y preguntar sobre lo que sea que creamos que nos pueda estar pasando, provocando que no recibamos una ayuda muy necesaria que podría detener el avance de ciertos trastornos o, simplemente, ayudarnos a vivir una vida más sana y feliz. Y aun cuando por fin acudimos a la consulta de un psiquiatra o psicólogo, se nos pueden presentar los siguientes problemas:
En ocasiones, no sabemos explicar lo que nos ocurre realmente porque desconocemos que sea un problema real, y terminamos con los clásicos diagnósticos de ansiedad y depresión (que pueden llevarnos a recibir un tratamiento que nos ayude, pero que en muchas ocasiones sólo atacan la superficie del problema).
Aunque sepamos expresar cuál es el problema, muchos profesionales de la salud mental carecen de la formación adecuada para detectarlo o tratarlo.
Como estudiante de psicología y persona que padece TLP, he investigado mucho en libros e internet para tratar de comprender la sintomatología de este trastorno, cómo reconocerlo y de qué manera es mejor abordarlo. Así, he terminado por darme cuenta de que, aunque es cierto que hay información muy útil en ambos formatos, también podemos encontrar mucha información errónea de parte de fuentes que deberíamos poder considerar más “fiables”, ya que pertenecen a profesionales de la salud mental. Esto me parece especialmente preocupante en el ámbito de internet, ya que al fin y al cabo es gratuito y accesible para cualquier persona que pueda estar preocupada por sí mism@ o por alguien cercano, y termine leyendo y creyendo cosas sobre esa persona que distan mucho de ser reales. Aunque estoy segura de que estos canales de YouTube y sitios web en general publican de buena fe material sobre este tema, opino que incluir información incorrecta o directamente estigmatizante sobre un trastorno ya bastante incomprendido de por sí denota cierta falta de responsabilidad y contribuye a empeorar una situación que ya es suficientemente complicada para los enfermos de TLP. Me parece una labor digna de elogio el querer difundir información sobre el campo de la salud mental, pero también pienso que es importante hacerlo una vez se haya estudiado y contrastado lo suficiente aquello que vayamos a publicar.
Lo cierto es que he terminado con una lista bastante larga de vídeos y artículos que contienen información “no del todo correcta”, por decirlo suavemente, y aunque mi idea inicial era recopilarlos todos en este artículo, he pensado que sería más ameno dividirlo en varios, puede que en algún vídeo para poder comentarlo punto por punto de forma más cómoda. A continuación hablaré de un vídeo de Úrsula Perona en el que describe los criterios diagnósticos del DSM V en cuanto al TLP. Hago esto sin la intención de atacar ni ofender a nadie, creyendo que es importante que la gente pueda informarse correctamente sobre temas tan graves como puede ser este.
En el vídeo Trastorno de la Personalidad Límite, ¿en qué consiste? de Psicoactiva (un canal de YouTube de temática psicológica con más de medio millón de suscriptores), la psicóloga Úrsula Perona describe los criterios diagnósticos del TLP que aparecen en el DSM V. Sin embargo, hace ciertas afirmaciones que no sólo no son reales, sino que sólo contribuyen a seguir estigmatizando este trastorno, como:
“Son personas que se muestran superficialmente seductoras y manipuladoras. Tienden a hacer una manipulación del otro. No hay una relación saludable, limpia, sino que hay una relación de manipulación”.
Esta descripción no es la de un paciente típico de TLP, sino que está describiendo una característica clásica de una persona con un Trastorno Narcisista, por ejemplo. Las personas con TLP pueden mostrarse inicialmente como personas completamente normales o incluso, por qué no, muy atrayentes, pues intentan esconder, consciente o inconscientemente, el hecho de que hay algo en ellos que “está mal''. De hecho, según la Teoría de Disociación Estructural de Onno van der Hart, el TLP derivado de trauma pertenecería a un segundo nivel de disociación, en el que la mente de la persona contendría lo que llama una Parte Aparentemente Normal (PAN) y múltiples Partes Emocionales (PE). Esa Parte Aparentemente Normal sería la que muestran en el día a día quienes sufren este trastorno, y puede ser, obviamente, una parte de sí mismos encantadora o “seductora”, citando a Perona. Quizá también esté bien mencionar en este punto que el TLP ha sido durante muchos años algo así como un cajón de sastre en el que englobar todos aquellos trastornos que los terapeutas no eran capaces de diagnosticar correctamente, y por eso podemos encontrar a personas con características muy dispares (como estos síntomas narcisistas) que en realidad no forman parte del TLP.
Sigue así:
“Es muy característico también las llamadas de atención. Por eso, algo muy propio de este trastorno son las autolesiones o los intentos de suicidio.”
”A veces son reales, porque hay una ideación o planificación suicida, porque hay un deseo de terminar con el sufrimiento y se ve la muerte como una salida, y a veces, y es lo más frecuente, son llamadas de atención. Hacen intentos de suicidio o autolesiones para llamar la atención del otro”.
Esta afirmación del vídeo de Perona me parece especialmente preocupante. Fomentar la idea de que una persona pueda autolesionarse o tratar de quitarse la vida como una “llamada de atención” ayuda a crear una visión de un problema extremadamente grave como algo que carece de importancia real, equivalente a la pataleta de un niño pequeño que no consigue lo que quiere. Citando a Dolores Mosquera, psicóloga especialista en trauma y trastornos de personalidad, en su artículo “Trastorno Límite de la Personalidad. Una aproximación conceptual a los criterios del DSM”:
“Los comportamientos intensos, las amenazas suicidas y los comportamientos autodestructivos como la automutilación suelen ser interpretados como chantajes y manipulaciones cuando en realidad, en la mayor parte de los casos, son una manera efectiva que ha encontrado el paciente para hacer frente a emociones difíciles de tolerar y para poder calmarse.”
“Personas muy inestables emocionalmente, con relaciones sociales que fluctúan por ejemplo de la idealización a la devaluación, que cambian muy rápidamente: un día te quieren, al día siguiente te odian”.
Por supuesto, una persona con TLP puede devaluar a alguien cercano con mucha rapidez; por tanto, puede pasar de “querer” a alguien a “odiarlo” de un día para otro. Pero cuidado: siempre hay un motivo bajo este tipo de cambio. No olvidemos que una persona neurotípica puede también pasar del amor al odio en un corto período de tiempo bajo las circunstancias adecuadas (tras descubrir una aventura amorosa de su pareja, por poner un ejemplo). Esta devaluación en las personas con TLP no se produce porque sí: siempre hay un motivo detrás, aunque ese motivo resulte insignificante desde un punto de vista “objetivo”. El paso de un extremo a otro no carece de cierta lógica interna.
Que el paciente de TLP puede pasar de la idealización a la devaluación de una persona con bastante rapidez es algo que no pretendo negar, pero me parece que un comentario de ese tipo puede resultar realmente alarmante para (por ejemplo) un pariente o la pareja de alguien con TLP que esté buscando información al respecto. También debemos tener en cuenta que el Trastorno Límite de la Personalidad puede padecerse en diversos grados y con un elenco de síntomas muy diverso. No todas las personas que lo sufren reaccionarán odiando profundamente a una persona a la que hace un minuto amaban con locura. Aunque siempre se habla de que el TLP es un trastorno de “blanco o negro”, también podemos ver grises.
Un síntoma que siempre sale a relucir al hablar del Trastorno Límite es el listado como nº 8 en el DSM-V: “Enfado inapropiado e intenso, o dificultad para controlar la ira (p. ej., exhibición frecuente de genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes.” En el vídeo de Perona:
“Otro síntoma sería la ira descontrolada. Hay momentos en que pueden ser realmente agresivos o violentos y mostrar la ira de manera inapropiada”.
Una vez más: sí, pero no. Por supuesto que las personas que padecen TLP pueden mostrar una ira intensa e “inapropiada” -palabra que, debo admitir, siempre me ha resultado especialmente cómica en este contexto-, e incluso llegar a parecer agresivos o resultar violentos. Pero también debemos recordar que no es así en todos los casos; es más, en muchos de ellos la ira se manifiesta de forma privada, hacia dentro, cuando la persona está a solas. Muchas veces esa ira es invisible, y puede que resulte menos atemorizante para el círculo cercano de la persona, pero creo que puedo hablar por muchas personas con TLP si digo que es más intensa y más dolorosa que la que sí se puede ver. Esa ira puede manifestarse también en autolesiones y otras conductas autodestructivas, no sólo en la clásica escena de la persona enferma rompiendo cosas y gritando. En los artículos y vídeos que he visto mientras buscaba información, he encontrado que apenas se habla de este síntoma, y me gustaría señalar (aunque ya ahondaré en ello en otro momento) que es precisamente algo que, en mi caso, me habría ayudado a entender lo que me ocurría mucho antes.
Hacia el final del vídeo, Perona nos dice:
“Como tiene un fuerte componente biológico es necesaria la farmacología”.
La medicación, en mi opinión, es importante en ciertos casos. Personas que quizá estén pasando por una época de muy poca estabilidad emocional, tendencias suicidas, episodios psicóticos, etc, podrían verse beneficiadas, sin duda alguna. Sin embargo, creo que las personas con TLP a menudo podemos sacar mucho más provecho de una terapia adecuada y apoyarnos en la medicación como muleta cuando sea necesaria. También me gustaría añadir que aunque es cierto que conozco a gente que padece este trastorno y a la que la medicación le ha ido muy bien, la triste realidad es que muchos psiquiatras deciden “empastillar” al paciente de TLP lo más rápido posible y olvidarse hasta de prescribirles una psicoterapia. Estoy a favor de “estabilizar” al paciente, pero me da la sensación de que lo que se pretende muchas veces es anularle. Está bien encontrar un equilibrio en el torrente de emociones de una persona con TLP, pero no privarle de sus emociones. Encuentro más útil ayudarle a gestionarlas, no a enterrarlas y olvidarse de ellas.
Para finalizar, me gustaría decir que el Trastorno Límite de la Personalidad puede padecerse en diversos grados y con un elenco de síntomas muy diverso. Esto se traduce en que, una vez más, no podemos generalizar. Por ejemplo, una persona que sufre TLP sin saberlo, no va a terapia y está en un momento muy inestable de su vida podrá reaccionar de forma increíblemente exagerada ante un comentario que para cualquier persona sería poco más que una nimiedad, y muy posiblemente creerá que lleva razón y se enfadará si se le intenta señalar que está teniendo una reacción por encima de lo normal. Por otro lado, no encontraremos el mismo tipo de conducta en un paciente de TLP que sepa que lo tiene, vaya a terapia y sea capaz de comprender su situación. Incluso sin terapia, en el momento en el que una persona que padece este trastorno descubre lo que le pasa y empieza a comprender mínimamente cómo funciona, es mucho más sencillo que sea capaz de controlar sus reacciones y encontrar maneras diferentes de solucionar aquellas situaciones que le producen un profundo malestar.
También me gustaría aconsejar a aquellos que busquen información sobre enfermedades (mentales o físicas) que contrasten los datos y no se alarmen demasiado rápido. Recordemos que en internet (y en los libros, por mucho que a veces queramos creer lo contrario) cualquiera puede decir lo que mejor le parezca.
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